DEJANDO HUELLAS
Hoy
por la mañana, a pesar del calor que hacía, el día se nublo, y es porque a través
de una llamada me dijeron que te habías ido.
Quizás
yo sea quien menos tiempo te haya conocido en el club de lectura, solo un año y
medio, el tiempo suficiente para saber que gran persona eras.
Siempre
he pensado que mi corazón está lleno de estantes como en las librerías y que en
ellos voy colocando a las personas que a lo largo de mi vida he conocido. Los
que conoces solo de vista, los que te presentan y nunca mas los vuelves a ver, los
que con el tiempo han desaparecido sin saber de ellos, los que conoces y te
arrepientes de haber conocido; a cada uno los voy poniendo, unos abajo del todo
o en medio. Luego están los
especiales ¡ya sabes!, los de encuadernación
preciosa y quieres tener siempre a mano. Ahí te tengo a ti.
Aunque
tengo muchos defectos, cuento con algunas virtudes, entre ellas la de ser muy
observadora, por eso desde el primer día que llegué al club “Los ladrones de libros” me sentí bien recibida,
en parte gracias a ti, y pronto observe tu amor a los libros. Tu siempre sabias
como iniciar los comentarios, pero a la vez siendo paciente y dejándonos hablar
a nosotros los primeros. Por mi parte me encantaba escucharte porque hay
personas que además de ser inteligentes son sabias.
Eres
amable, cariñoso, paciente y generoso con las personas que a ti se acercan, y
digo eres porque para nosotros, tus compañeros y amigos, estarás siempre en
nuestros corazones.
Ese
hilo de vida que te unía a nosotros se rompió, y aquí nos quedamos nosotros con
nuestros problemas de crisis, política, económicos, de trabajo y de tantas
cosas a las que muchas veces prestamos más atención de la cuenta. Cada día
tiene su afán.
Tu
seguro que donde estés ya te habrán encargado de los libros que tanto te gustan
y aquí siempre que entremos en la biblioteca pensaremos en ti y estarás en
nuestro cuaderno de bitácoras.
Curro,
te queremos porque has dejado huella en nuestras vidas.
“El
que habita al abrigo del Altísimo.
Morará
bajo la sombra del Omnipotente.
Diré
yo al Señor: Esperanza mía y castillo mio.
Mi
Dios en quien confiaré…
Con sus
plumas te cubrirá
Y
debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo
y adarga es su verdad…
A sus
ángeles mandará cerca de ti para que te guarden en todos tus caminos.
En las
manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.”
Ana Amian
26
-7-12